viernes, 15 de diciembre de 2017

Puerta 11 oeste y la creación de la dualidad



(mi primer acto bidimensional)

a Juan Gallegos

al prenderle fuego a las últimas páginas de tu libro
me vi palpitando de tristeza
distinguí en mi cuerpo cartas geográficas de las costillas a los hombros
y con ello los lugares que aún no existen porque aún están en el tallo de tus ojos
me vi en el ADN de los arcoíris como fechas de expedición de poemas que están a punto de eclosionar
me vi ocultándome en la muerte de mi planta
reseca por la salitre
sahumada por el silencio de tormentas
me vi en un colapso de apologías
me vi guardando por 4 años tus coronas de manantiales
los espacios entre las letras de tu nombre
los pequeños aviones de papel que resguardan el librero
me vi con todo el miedo de la edad
con todas las mareas que aún no conozco
de reconocerme como un ser frágil
descomunal
de un niño sin su padre
sin imaginar que soy el sol en su brazo
el atardecer de su voz
lo gigante que se vuelven las noches escuchando el oleaje a la orilla de la cama
abarcando todos los rincones del cuerpo
ayer te soñé
te escuché
era verme pequeño
en la mano de un leviatán de 7 colores
que iluminó a los últimos habitantes de la ciudad serpiente
el macrocosmo de dolor y elegías
números al azar como si Dios hubiese puesto su nombre en él
el tren donde dormiremos y nos llevará tan lejos para no recordar que llovió cuando nacimos
que llueve eternamente en los huesos de tu bisabuelo
en su linaje de terciopelo
es su masculinidad binaria
voló a todos los continentes para avisar de la guerra entre el cielo el mar y la tierra
y arrancar las letras del teclado
o dejar un álbum de fotografías como consuelo
escribir cuando ya no te vea
y llorar de risa
y soñar que no volveré a esta ciudad
que dejaría de ver las nubes
tigres galácticos señalando puertas abiertas en cada estrella
verte dormir en tu estado libélula
en tu ir y venir
de la euforia sintética a consciencia orgánica
en el plan divino de nacer y morir cada día
y ver que te transformas en una nube como prolongación de la bóveda celeste
el mar como alimento de la tierra
ser el principio de un ciclo eterno
el final de un hecatombe de orquídeas
Diego
mi luz maternal
mi caleidoscopio de despedidas eternas

te veo cada vez que leo mi cuerpo




No hay comentarios:

Publicar un comentario